Voluntarios: la otra cara de la Copa FIFA Confederaciones
26 de junio de 2005
por FIFAworldcup.com
La escena se repite cada día. Miles y miles de aficionados se acercan a los estadios, buscan sus ubicaciones y se preparan para disfrutar del fútbol que brinda la Copa FIFA Confederaciones. Mientras tanto, en silencio y a puro esfuerzo, un grupo de voluntarios corre de lado a lado para acomodar planillas, atender a la prensa, encararse de la seguridad y, como si fuese poco, sonreír. Ellos forman parte del torneo y, al igual que los protagonistas principales, tienen historias para contar.
Entre los 600 voluntarios que corren por Fráncfort se encuentra Patricia Cambón (21), un caso más que particular entre los miembros de la fuerza. “Pato”, como la llaman, no es alemana… ni reside en el país. ¿Cómo? Sí: Patricia es uruguaya, vive en Montevideo y viajó especialmente hasta Alemania para servir en la Copa FIFA Confederaciones. “La gente no puede creer cuando lo cuento. Algunos me dicen que estoy loca por haberme pagado el viaje por mi cuenta, pero la verdad es que yo estoy fascinada con la experiencia”, explica a FIFAworldcup.com.
Su llegada al país germano no ha sido fácil. Al igual que muchos otros voluntarios, Patricia se encontró con la posibilidad de inscribirse por casualidad. “Estaba buscando entradas para la final del Mundial en el Sitio Web de la FIFA, pero no tuve suerte en el sorteo. Allí me encontré con el anuncio para voluntarios y no lo dudé”, recuerda quien, de paso, utiliza la competición con otros propósitos. “Soy periodista, y trabajo en algunos medios de mi país, por lo que estar acá me facilita el acceso a otros periodistas y los protagonistas. Si a eso le sumamos el fútbol, que es una de mis pasiones, ¿qué más puedo pedir?”.
Trabajo a conciencia
La vida de un voluntario no es nada fácil. “En principio, tenemos que cumplir 6 horas de trabajo en el estadio. Aunque generalmente estamos más tiempo ayudando a la prensa, los fotógrafos o los mismos jugadores”, explica quien ha servido en más de una oportunidad como traductora de las delegaciones de México y Argentina.
El imaginario colectivo puede engañar. Los voluntarios, que han inundado la ciudad con sus clásicos uniformes, poseen formación académica y, en muchos casos, profesional. “Cuando uno llega piensa que va a encontrarse con gente más joven, pero tengo compañeros doctores, ingenieros o policías. Es increíble como la gente se vuelca a servir a su país y al fútbol en general”, se sorprende todavía. Junto a ella, asiente Daniela Fremuth (20), otra de las que viajó especialmente para el torneo. Claro que su caso es diferente: si bien es mexicana, tiene padre alemán, y los días de partido se encarga de la seguridad. “El trabajo que hacemos es bestial, pero la satisfacción que te genera el ser parte de una competición así es inexplicable. Este tipo de eventos no se ven tan seguido en casa”, aclara.
Con la experiencia actual, ambas esperan tener un rédito futuro: ser llamadas para repetir el trabajo en la Copa Mundial de la FIFA del año próximo. “Con la práctica que ya adquirimos, sería maravilloso volver a trabajar en esto el año próximo”, se ilusionan antes de marcharse para el estadio, donde los espectadores comenzarán a acercarse y a buscar sus ubicaciones para disfrutar del mejor fútbol. Patricia y Daniela, sonrientes, estarán allí. Les espera una larga noche.